¿SALVÓ EL WHISKY AL PANADERO DEL TITANIC?

Cuenta la leyenda que, Charles Joughin, jefe panadero del Titanic, fue uno de los pocos supervivientes que sobrevivió al hundimiento, tras quedarse durante horas en aquellas heladas aguas oceánicas. Lo más curioso de esta historia es que se asegura que fue la ingestión de una gran cantidad de whisky, lo que evitó una prematura congelación.

Pero retrocedamos en el tiempo para entender mejor la historia. Era la madrugada del 14 al 15 de abril del año 1912, hace ya 107 años, y el RMS Titanic, uno de los barcos más grandes y lujosos de la época, se encontraba en su tercer día de viaje, tras su partida desde Southampton.

En aquella fatídica madrugada, el trasatlántico británico que se dirigía hacia Nueva York con 2.223 personas a bordo, entre pasajeros y tripulación, colisionó con un gran iceberg en el Atlántico Norte, causando la mayor catástrofe de la historia de la navegación.

Gracias a los botes de emergencias lograron salvar a la mayoría de los 706 supervivientes. Algunos incluso después de pasar horas en pleno en el gélido océano, como es el caso de esta curiosa historia que recordamos hoy: la del jefe de panaderos, Charles Joughin.

La primera vez que este inglés se embarcó para trabajar en un buque apenas tenía 11 años, y poco a poco, fue progresando hasta convertirse en jefe de panaderos de la compañía naval de White Star Line. De hecho, antes de trabajar en el Titanic, lo hizo en uno muy parecido (pero con mejor suerte), el RMS Olympic.

La noche de la tragedia, tras enterarse de que el barco había colisionado con un iceberg y tras temerse lo peor, lejos de ponerse nervioso, decidió encerrarse en su camarote y, en sus probablemente últimos momentos, disfrutar de una de sus grandes pasiones: el whisky. El mismo Joughin contaba que se bebió más de una botella de whisky durante aquellos largos momentos de desesperación.

Sin embargo, al rato (no sabemos cuánto), cayó en la cuenta de que su ayuda podría ser vital para mucha gente, y tomó la decisión de ascender a la cubierta superior, donde ayudó a muchas mujeres y niños a ponerse a salvo en los botes salvavidas. Incluso en algunos casos, tuvo que mostrarse muy persuasivo para convencer a ciertos pasajeros de subir a aquellos botes, ya que muchos de ellos creían en aquel momento que era imposible que el “insumergibleTitanic fuera realmente a hundirse.

Tras completar todos los botes salvavidas, se encargó junto a otros héroes, de arrojar por la borda muebles de madera como sillas o mesas, con el fin de que aquellos que habían caído al agua tuvieran algo a lo que aferrarse.

Cuando el barco se empezó a hundir por completo, se lanzó al agua, donde permaneció durante horas en aquellas gélidas aguas del norte del Atlántico, entre cientos de cadáveres congelados. Allí esperó, junto con otros pocos supervivientes, a que las lanchas de rescate regresaran a la zona cero de la catástrofe, y con la esperanza de que no lo hicieran demasiado tarde.

Cuando por fin fue rescatado, y pese a tener los pies tan congelados que solo podía andar de rodillas, Charles Joughin, pudo decir que sobrevivió al hundimiento del Titanic. Y lo hizo además, sin ninguna secuela física. Tanto es así, que continuó trabajando en el transporte marítimo durante el resto de su vida. En 1956 fallecía, a los 78 años, en la ciudad de Patterson, Nueva Jersey.

¿Qué tiene que ver toda esta historia con el whisky? Impaciente…

Pues bien, lo curioso de esta historia es que siempre se ha contado que fue el alto nivel de alcohol en sangre lo que actuó como anticongelante en su organismo, y por consiguiente, lo que le salvó de una muerte segura.

Esta es una historia que se ha ido contando y divagando por la sociedad, y que a los amantes del whisky, nos hace especial ilusión: una historia con final feliz y en la que el whisky es el factor que marca la diferencia. Hu-hu-hurra!

Quizás demasiado bonito. En contraposición a esta idílica teoría, hay que ser justos y recordar que la ciencia no apoya esta hipótesis, más bien asegura que el alcohol hace bajar la temperatura corporal, más aún en ambientes tan gélidos.

Esto ocurre porque el alcohol es un vasodilatador, y cuando el mayor flujo de sangre (que siempre está caliente) corre por nuestras venas, el cerebro actúa automáticamente y reduce la temperatura del organismo. De ahí el hecho de que cuando una persona borracha se encuentra a la intemperie lo que hay que hacer es abrigarla bien.

Por esta razón, hay quien cree que la embriaguez del jefe de panaderos del Titanic no fue lo que le mantuvo a salvo en aquellas álgidas aguas, aunque sí le pudo permitir no caer preso de la desesperación y, de esa manera, actuar con una calma diferente que le pudo ayudó a salvar su vida y, no hay que olvidar, la de muchos más.

Nosotros sin embargo, y con todo el respeto del mundo a la ciencia, nos quedamos con la idílica teoría de que fue la decisión de disfrutar de su querido whisky, lo que le permitió al bueno de Charles Joughin, sobrevivir al hundimiento del Titanic.

Viva el whisky. Y viva la vida.

Salud a todos!

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